lunes, 7 de marzo de 2016

La fábrica de pensamientos

(Escrito a finales de 2015).

Tras pensarlo mil veces y intentarlo otras cien, volví a intentarlo, aunque esta vez pude trazar algún pensamiento de aquellos que me solían nublar.

[...]

La fábrica nunca paraba de sacar humo, y cada día hacía la ciudad un poco más inhabitable. Una densa y recurrente niebla volvía a aparecer por las calles más cercanas, haciendo la vida de un color algo más gris e inhóspito. Había aprendido a pausar aquella maquinaria, aunque siempre acababa volviendo a encenderse. Un día, decidí romper el bucle y dejé de volver a intentarlo.

Acabé acostumbrándome a aquellos cielos grises; a aquella nariz taponada; a aquella espesa niebla que atravesaba cada rincón que visitaba. Los sitios en los que descansaba cuando me encontraba mal se impregnaron de aquellos sentimientos grises, y empezaron a provocarme el mismo dolor del cual huía cuando empecé a visitarlos. Todo empezaba a perder el sentido, pero todo empezaba a darme igual. Humor absurdo para matar las horas y evadirme de un mundo absurdo. ¿Qué más daba y qué más da?

Se ve que un día se atragantó de esperar y vino a buscarme. Irónica, la situación: cuanto más me buscaba, más nubes de humo encontraba. Empecinada, seguía rebuscando entre la suciedad con sus zarpas metálicas, intentando encontrar un pez diminuto en el mar que había hecho su hogar. Le parecía que todo se había derrumbado, pero en realidad permanecía oculto tras lo gris; la realidad es subjetiva, supongo.

Me tuvo que intentar pedir explicaciones mil veces y hacerlo otras cien; no puedo ni asimilar las veces que pensó en intentarlo. Mi cabeza era un televisor y la aceptación que me faltaba para dar un paso en verdadero era su antena: rota, defectuosa y quemada de intentar retransmitir. Todo se volvió ruidosamente gris. Gris se hizo, gris lo veía y gris lo transmitía, hasta que me propuse apagar la tele.

Y me fuí. Corrí a esconderme a un lugar lejano, no sin dejar una nota firmada, concisa y con letra clara. No pude hacer más; la contaminación es cosa de todos. ¿Volvería a ser fumata negra, o aquella nota empezaría un nuevo cambio? Lo sabré algún día.

[...]

¿Lo sabré algún día?

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