domingo, 30 de octubre de 2016

Autoconsciencia nº884918

¿Por qué hoy no hay nadie? ¿Dónde quedaron hoy las vías de escape? Hoy no queda más que soportar la soledad, pero hay algo que me hace tomármelo de una forma extraña. Podría no sentirme mal, pero me da la sensación de que yo mismo me torturo para, de alguna forma, llenarme con algo. Hay días en los que no me hace falta llenarme de nada, pero hoy no tengo límite; hay visiones que abren los depósitos, y una vez abiertos, resulta que no hay forma de llenarlos, pero de algo hay que llenarlos, supongo.

¿Puedo cerrarlos sin más? ¿Necesito seguir alimentándome de esta soledad tan insoportable, que al mismo tiempo siento tan inútil? Los mejores días acaban siendo los que algo o alguien no me hace pensar las formas agradables de sentirme lleno, cuando estas siquiera no son posibles, o, después de planteadas, no son, se supone, viables.

No me sirve de nada, hacerme historias en la cabeza, y pensar en cosas bonitas, y luego decepcionarme, por caerme de golpe, y sabiendo ya que me pasaría. No me gusta hacerlo, y aún así, a veces, algo me las mete en la cabeza, y lo peor es cuando dejo que me pase, aún sabiendo cómo acabo.

A veces es agradable, soñar, porque te hace ver lo que te llena, y te hace tener algún objetivo... Ojalá hubiese alguna forma de soñar con los pies en la tierra. No me gusta caerme tantas veces, pero me gusta tanto estar ahí arriba...

Ojalá todo fuese más simple. Ojalá todo, fuera de mi cabeza, fuese tan simple como dentro de ella. Ojalá todo fuese más simple, y no abriese de nuevo los vacíos para no tener de qué taparlos. Ojalá volver a abrirlos, para volver a disfrutar de la subida, aún sabiendo de la caída.

Ojalá dejase de obsesionarme. Ojalá me olvidase; ahora no puedo. Es difícil. Cada cosa es cada cosa, y puedo llenar mis vacíos de otras cosas, pero hoy, como casi siempre, no será de lo que quiero.

Ojalá fuese tan fácil, tener, como querer. Que sí, que la dificultad es lo que mueve, pero es que las cosas no son difíciles. Yo no quiero moverme. Quiero quedarme quieto, y sentirme bien. Quiero estar bien, pero me lo impido yo mismo, porque puedo escoger otras formas, pero no quiero; lo que quiero es estar bien tal y como quiero estar bien, y siento que no es difícil, hasta que sale de mi cabeza, y parece casi imposible.

Me siento un poco mal. Debería dormir. No va a venir nadie a hacerme sentir mejor. ¿Por qué tengo que necesitar a alguien para sentirme mejor? A lo mejor fuese más sencillo sin ver, ni oír, ni oler...

Ni pensar, ni ir, ni arriesgar sin pensar en las probabilidades. Si me alejo de todo lo que me hace abrirme así, estoy mejor. Odio abrirme sin sentido. Odio ser abierto y que nada. Tal vez deba enseñarme cuándo abrirme, y cuándo no. La gente enseñándose a abrirse, y yo enseñándome a cerrarme, para no sentirme lo mal que se sienten ellos por no abrirse; supongo que será cosa de mantener los equilibrios.

Y no es lo mismo mostrarse cerrado, que cerrarse, por desgracia. Ni abrirse, ni cerrarse; tal vez, esperar, y ser coherente a la realidad.

Cuesta cerrarse, después de haberse abierto tanto; incluso habiendo sido golpeado repetidamente. Cuesta, sin tener las cosas claras; en parte, por seguir, en cierta parte, con la cabeza en otro sitio, que no existe, y al mismo tiempo, sí. Me cuesta aceptar, el ser capaz de hacerlo tan real, y que no dependa solo de mí mismo. ¿Y cómo estoy seguro? La de prejuicios, y la de cosas, y el sueño que tengo, y ojalá me durmiese, y me despertase, y estuviesen los vacíos sellados. Y cuando me despierte, lo notaré desde el primer instante, y creo que será que no.

Empieza a costar hablar sin prejuzgar; puede que sea un buen indicador, para actuar. Los prejuicios preocupan, hacen miedo y daño, y puede que, sabiendo que los tengo, le hiciese caso a la señal y empezase a averiguar las cosas que no sé. Pero no es fácil, averiguar nada, fuera de mi cabeza; a veces, ya me cuesta hacerlo incluso dentro de la mía, y me tienen que sacar a rastras, y acabo volviendo, y que yo qué sé.

Tengo sueño. Me siento algo mejor, pero echo de menos, y me siento algo vacío, y ahora me siento raro, y vuelvo a echar de menos, aún sabiendo que hoy no, que hoy no vendrá nadie a hacerme a sentir mejor, y odio, ahora mismo, estar solo; o más bien, no estar con quien me apetece estar, sin hablar, y siendo simple, como me gusta ser, y como suelo ser. Y sin hablar porque sé que hablando no, y no sé... ¿Por qué no intentarlo? Mejor que nada. No hace falta hablar, para no sentirse solo. Quería escribir todo en primera persona y acabo escribiendo en tercera persona, y bueno, que todo esto es mi forma de sentir yo las cosas, y alguna cosa sí que la quería poner explícitamente en tercera persona, y que en fin. Que odio echar de menos cosas simples, porque parece ser que hace falta complicarlas de miles de formas para llegar al mismo sitio.

Estoy algo agotado, y sabía que iba a pasar (tantas cosas).

No hay comentarios:

Publicar un comentario