miércoles, 27 de diciembre de 2017

La costra

Queremos a la gente y queremos lo mismo de ella. Queremos que nos quieran lo que queremos, pero a veces no es fácil saber la paliza que le han dado a la otra persona que queremos que nos quiera, la cual a veces prefiere callar, o estar alejada, o simplemente, no está como quieres que esté.

A veces no es difícil, dar palizas con palabras, hasta sin querer; nos han hecho así. No hay remedio. Destinados a dañar y a que nos dañen; a encerrar y que nos encierren.

Y nos pasamos la vida queriendo más de los demás, a lo mejor, y buscando que nos den lo mismo que damos, pero a veces cuesta, y a la fuerza es imposible. Hay que dejar un cierto espacio a las ganas ajenas, y no es fácil, y siquiera sabremos nunca si ese espacio servirá de algo, pero la ausencia de él parece más improductiva que otra cosa. Y a veces sirve de algo. Os lo digo yo, que me he pasado toda la vida dando espacio (primero a la fuerza, y luego por conciencia) y buscando que me lo den, y acaba haciéndose más fácil todo lo que está en mano propia (como cualquier cosa).

Bastante tenemos con lo que tenemos, a veces. No es bueno conformarse, pero saber conformarse a corto o medio plazo es casi un arte, y en fin..., que el arte, al final, sea un medio o un fin, siempre es una gran recompensa, y saber pararse a contemplar sus motivos también es una buena razón para seguir vivos, y recibir sus resultados, independientes de nosotros, sin duda, es probablemente de lo más fabuloso que me puede ocurrir y me ha ocurrido a veces en la vida.

jueves, 21 de diciembre de 2017

Presión

Aguanto el peso del trabajo, siempre cuestionando el por qué debe pesar algo que debería conducirnos a un lugar mejor. Pero no. Cada señor adinerado tiene sus objetivos, y para ello vale todo. Mi salud les da igual, pero a mí no. Disimulo, como si estuviese integrado en su tumor terminal. Me desprendo de él a ratos, y lo saben, y por eso me gritan, y por eso me fuerzan, y por eso me agotan. Me agotan a mí, pero se agotan más ellos, y eso me hace estar mejor.

Me comparo con ellos, al igual que ellos me comparan con ellos, pero yo, en mis pensamientos, salgo mucho mejor parado de lo que ellos me pintan, empezando por pensar que no formo parte de ellos. Estoy bien, estoy mejor. Sobrevivo, que ya es mucho, por lo que veo día a día. Esto tiene que acabar, y hoy estoy energéticamente dispuesto a que ocurra. Aunque no haga mucho más que esto, hoy, me sentiré realizado. Me siento realizado, porque tengo otra vida, la cual ellos no conocen. Parece que nunca acaba, lo de tener más de una vida, y de dos, y de tres, como en un videojuego, pero todas al mismo tiempo; además, yo elijo qué cantidad de energía darle a cada una de ellas, y no: no estoy dispuesto a dar más de mí para una vida que no me gusta, que es la de generar beneficio para garrapatas capitalistas.

Salgo del trabajo y vuelvo a casa. Tengo la suerte de que me espere alguien allí. Eso me hace estar mejor aún. En casa tengo mis cosas, y tengo mi zona segura la mayoría del tiempo, y tengo hobbies, y pienso en cosas, y leo, y me entretengo, y pienso en un mundo mejor, y hablo con gente, compañeras, compañeros, gente a la que considero buena y agradable, que sueña en cosas parecidas. Pero aunque nadie me esperase en casa, aunque no tuviese ese u otros motivos para sentirme mejor, en la vida habrán suficientes motivos para sentirme mejor partiéndome la espalda por la escoria laboral y sus tentáculos alienados en forma de encargado, supervisor, etc. Ya nos quitan y nos han quitado suficiente, como para encima ser tan ajeno a ello y querer más. Ojalá todo el mundo entero los pusiese en su lugar. Ojalá, pero mientras tanto, seguiré cargando con más presión de la que debería cargar, porque mientras les joda que me despreocupe, yo me sentiré mejor, siendo todo lo impenetrable que pueda. O al menos hoy.

Nunca, nunca, nunca por encima de mi bienestar; ni en el trabajo, ni en las amistades, ni en ningún tipo de relación, ni en nada.

Todo esto me lleva aquí, y aquí me siento bien, me siento mejor, y ojalá fuésemos más, y ojalá vaya a mejor.

jueves, 14 de diciembre de 2017

Auge y caída del día

Arriba todas y todos. No acabemos de dejarnos caer. Levantémonos unos a otros. Arriba gente adulta, arriba gente mayor. Dejemos atrás la nostalgia, aunque siquiera nos toleremos. Estamos todos en un frente común.

Arriba gente joven, sin esperanza. Levantémonos entre todos y levantémonos nosotros mismos. Cada vez más por luchar, y menos que nos motive a ello.

Levantémonos entre todas, entre todos, y empecemos a luchar contra este virus que nos aliena, nos deshumaniza, nos enferma y nos está extinguiendo; levantémonos contra la máquina; rebelémonos contra ese todo que han hecho que sea nuestra vida. Rompamos con la condición y prescindamos de ella; dejemos atrás la evasión y centrémonos en lo que nos hará volver a ser, a sentir, a formar parte, a tener motivos para seguir existiendo, a querer luchar por ello y a conseguir un objetivo común que nos dé un nuevo sentido a vivir; que nos haga sentir, sin herencias, que lo que hoy existe tiene una razón de ser, y con ello, nosotros, de su mano, seguiremos caminando.

Rebelémonos, pues, contra nuestra propia vida, nuestras costumbres, nuestras raíces y nuestra concepción de todo; rebelémonos, entonces y además, contra toda persona o ente que intente pervertir nuestra existencia, nuestras costumbres, nuestras... ¿El pez que se muerde la cola? Tal vez sea más fácil que cada uno se ocupe de lo suyo, y una vez roto con ello, veríamos.

[...]

A lo mejor este sentimiento de soledad que a veces siento es por estar en algún hoyo del que no soy capaz de salir, o no sé cómo. Invisible, pero tangible.

¿Busco que el mundo se arregle?

Solo busco vivir tranquilo, y no vivo tranquilo si el mundo no se arregla.

¿Aún tengo esperanza?

Aún. Algo queda. Pero de nada me sirve seguir siendo individual. Ni me sirve gritar contra este muro y no enfrentarme a la realidad del día a día. Pero aquí estoy, por miedo o por pasividad y conformismo. Más de lo primero que de lo segundo. El terror a estar solo en esto.

No sé ya ni de qué hablo.
Dejémoslo estar, que hoy tengo líos.
Mañana, si eso... Como siempre.

martes, 12 de diciembre de 2017

Tal vez todo

Tal vez escriba corto,
tal vez todo.

Estoy cansado, de muchas formas, y una de ellas es la de no enfrentarme a pulsar en Publicar. Me agoto fácil, la verdad. Y la ansiedad, que aunque ya está rebajada, también me agota más.

Me cansa no hacer; me hace feliz hacer; me quedo triste después de hacer, por miedo de tardar a hacer; de tardar demasiado. A veces me autoengaño, y me quiero creer que todo en la vida se equilibra, y todo llega a un final equilibrado, y convincente, y que me acabará llegando, sin moverme, con tal de no ponerme a cuestionarme qué está fallando, y por qué estoy parado.

Empiezo a creer que hago poco, y mejor creer a veces cosas feas, ya que lo feo destapa, a veces, y la evidencia crea movimiento. No sé. Qué rebuscado, pero bueno: algo es algo.